viernes, 20 de noviembre de 2009

Y me subí en un Black Hawk


Cuando me dijeron que viajaría hacia el municipio de Guadalupe, San Vicente, a bordo de un helicóptero UH-60, conocidos como Black Hawk, solo recordaba la película "La caída del alcón negro".
Me gusta esa película, es bastante dramática y muestra acción con soldados valientes y a la vez temerosos. Nada que ver con las escenas de tipo "Rambo", "Mentiras Verdaderas" o "Duro de Matar", en las que los protagonistas siempre salen airosos aunque hayan sangrado más litros de sangre de los que tiene el cuerpo humano.
Bueno, el punto es que tuve la oportunidad de subirme en uno (de hecho dos, porque me fui en uno y regresó en otro, siempre UH-60).
Cuando iba me senté en los primeros asientos, cerca de la ventana, pretendí tomar fotografías aéreas de la zona de desastre en San Vicente. Lamentablemente, no pude porque el viento nos daba con mucha fuerza y me concentré en impedir que mis lentes y mi cartera salieran volando.
De regreso, me senté en la segunda fila porque desde ahí podría tomar fotos, me amarré bien todas mis pertenencias para que no se las llevara el viento.
Pero esta vez viajamos con las puertas cerradas. Pero aún así logré tomar algunas fotos desde la ventana.
Me gustó el viaje, aunque esos helicópteros son muy ruidosos.

Llegaron los Bravo a Guadalupe


Marta Luisa Castillo de Huezo llegó con sus dos hijas al Centro Escolar “Salvador Hidalgo Cornejo”, del municipio de Guadalupe, San Vicente, para que las menores pasaran consulta con los médicos que llegaron de Estados Unidos.

La pequeña Fátima Fiorela Huezo, de dos años de edad, ha estado sufriendo gripe desde la tragedia ocurrida por las lluvias el pasado sábado 7 de noviembre. La ola de frío que estuvo en el país los siguientes días le agravó su situación. Emy Elizabeth Huezo, de nueve años, se encuentra en la misma condición.

Pero cuando supo que en el centro escolar darían consulta y medicina gratuita, aprovechó llevarlas y recibir víveres y agua embotellada, donada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

María Concepción Martínez, quien vive en el centro de Guadalupe, padece dolores de cuerpo desde hace algunos días. Cuando escuchó de la presencia de los médicos, se acercó para recibir tratamiento.

En Guadalupe fue el primer municipio donde, ayer, se brindó ayuda médica a los damnificados por la tormenta “Ida”, por parte de personal médico de la Fuerza de Tarea Conjunta BRAVO, del ejército de los Estados Unidos, en coordinación con personal de los ministerios de Salud Pública y Defensa Nacional de El Salvador.

El grupo BRAVO se trasladó hoy hacia las comunidades de San Diego y cantón Melara, departamento de La Libertad. Mañana se tiene previsto realizar una jornada médica en San Emigdio, Cuscatlán y mañana estarán en San Marcelino e Isletas, en La Paz.

Las medicinas que entregan a las personas que pasan consulta son las que pertenecen al cuadro básico del Ministerio de Salud, como desparasitantes para niños y adultos, analgésicos, antihipertensivos, descongestionantes, tópicos para la alergia y hongos y antiácidos, indicó el doctor Miguel Ángel Coello, oficial médico de enlace de la Fuerza de Tarea Conjunta BRAVO.

viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Solidaridad o caridad?

En el transcurso de la emergencia nacional por los desastres causados por el paso de una baja presión tropical y la tormenta Ida, muchas personas han llevado ayuda a los centros de acopio, los albergues y a las comunidades.
Algunas lo hacen por solidaridad y otras por caridad, pero en ambos casos lo importente es que la ayuda llegue a donde más se necesita.
Sin embargo, no estoy de acuerdo en la actitud de algunas personas hacia los damnificados. Me explico: el pasado jueves estuvimos haciendo reportajes y coordinando la llegada de un cargamento de ayuda humanitaria hacia Joya Grande, a las orillas del lago de Ilopango.
Algunas personas que tienen negocio ya habían enviado su ayuda, la cual llega por medio de lanchas.
Mientras esperábamos subir a unas lanchas que nos llevarían al turicentro de Apulo, llegó una lancha muy bonita de alta potencia (de esas que salen en las películas al estilo Hollywood). Al parecer, transportaba a los donadores de la ayuda.
Hasta ese momento todo iba normal. La escena que me indignó fue que las "distinguidas señoras" que venían en la lancha no quisieron mojarse ni la punta del zapato. Llegaron con su ropa fina, su gafas oscuras y carteras.
Pidieron a la gente de la comunidad que las cargaran desde la lancha hasta tierra seca. Eso me hace pensar que, a pesar de la emergencia, hay personas que discriminan a los demás.
El hecho de que le lleven comida a los damnificados no les da autorización de tratarlos como si fueran sirvientes de la época colonial.
Si sabían que iban a ir a una zona de desastre, lo menos que pudieron haber hecho era ponerse ropa que no les molestara ensuciar, a fin de no hacer este tipo de escenas.
Los pobladores, por su parte, no tuevieron inconveniente de ayudarlas. Eso demuestra la disposición de servicio que tiene la gente sencilla.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Remover escombros no es fácil

Personal del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y maquinaria de empresas constructoras, trabajan en el desalojo de piedras y tierra en las zonas afectadas por deslizamientos y derrumbes, principalmente en los alrededores del municipio de Verapaz, San Vicente.
También se espera recibir apoyo de ingenieros del Comando Sur del ejército de Estados Unidos, en la colocación de puentes bailey. Un experto en puentes de la cooperación japonesa inspecciona las obras de paso para informar cuántos metros lineales se necesitarán.
La rapidez de colocación dependerá de la capacidad de reacción y movilización de las piezas hacia El Salvador. “Consideramos que va a ser un tiempo mucho menor que si lo hubiéramos construido nosotros con nuestros propios recursos”,
dijo Roberto Góchez, viceministro de Obras Públicas.
Comentó que tienen listo un diseño para un puente de concreto definitivo sobre el río Huiza, en el cantón Melara, La Libertad, el cual podría construirse el próximo verano a un costo de $4.6 millones.
También se prevé la llegada de especialistas nicaragüenses en remoción de escombros para dar asistencia técnica al MOP.

Dejarán cauce

Técnicos del MOP, de la Cámara Salvadoreña de la Construcción (Casalco) y de la Asociación Salvadoreña de Ingenieros y Arquitectos (Asia) evalúan la posibilidad de no remover todas las rocas en Verapaz porque se ha formado un nuevo cauce del río.“Son cerca de 150 mil metros cúbicos de roca, significa un gran esfuerzo, y no estamos seguros si es lo más conveniente gastar tanto recurso para que en la próxima tormenta vuelva a pasar ahí el río. Lo más probable es que se deje como cauce del río y reubicar a las familias en lugares más seguros para ellas”, manifestó el funcionario.
Aseguró que procurarán no reconstruir en zonas con demasiada vulnerabilidad para la población.

martes, 10 de noviembre de 2009

La solidaridad en la tragedia


Si algo de bueno se puede sacar de las tragedias que ocurren en nuestro país, es la solidaridad del pueblo salvadoreño para socorrer a nuestros hermanos que más lo necesitan.
Las fuertes lluvias causadas por una depresión tropical la madrugada del pasado domingo, dejaron a miles de personas sin nada más que la ropa que traían puesta.
Hasta la tarde del lunes, el Sistema de Protección Civil contabilizó a 13,680 personas albergadas en 118 refuegios en los departamentos de La Paz, San Salvador, San Vicente, Cuscatlán, La Libertad, Cabañas y Usulután.
Desde la madrugada del domingo cientos de personas, entre voluntarios y miembros de los cuerpos de socorro, se apresuraron para evacuar a los damnificados y rescatar los cadáveres.
No faltaron quienes buscamos en nuestro armario ropa y frazadas para palear un poco la humedad y el frío que sufrían los afectados.
En esta labor no hay rótulos. Iglesias, empresas, instituciones públicas y privadas y gente de buen corazón trabajan por llevar alimento y abrigo a los albergues.
Con el decreto de estado de calamidad, el gobierno central destinaría $150 millones para atender la emergencia. Sólo para la reparación de las obras de paso (como el puente Melara que fue totalmente destruido), se necesitarán $80 millones.
Pero lo que más se necesita es la solidaridad y la ayuda de todas las personas, salvadoreñas o no, para limpiar los escombros y reconstruir las vidas de las miles de familias que hoy están sufriendo.
Con muchas o pocas herramientas para hacerlo, es la fuerza de voluntad y el valor del pueblo de Cuscatlán el que sacará adelante esta nación de esta tragedia.

Fotos: Tulio Galdámez