martes, 22 de febrero de 2011

Los accidentes y los transportistas

La madrugada del pasado lunes tuvo lugar un trágico accidente de tránsito sobre el kilómetro 42 de la carretera hacia Santa Ana. Tres autobuses y una rastra cañera protagonizaron el hecho que dejó 15 fallecidos y más de 100 lesionados.
La rastra y un bus colisionaron de frente, hubo daños, pero no tan severos. Otro bus colisionó con la rastra por detrás, hubo otros daños.
Pero la parte peor se la llevó un tercer autobús, que viajaba a excesiva velocidad y al ver el accidente no pudo detener la marcha, el motorista trató de esquivarlo pero el resultad fue más grave: se estrelló contra los árboles y las víctimas humanas se contaban por decenas.
El hecho estremeció a la sociedad que, una vez más, condena la irresponsabilidad de los choferes del transporte público.
La indignación colectiva aumenta por el hecho de que hace poco más de diez días el gobierno acordó aumentar el subsidio que reciben los transportistas, debido a los altos precios de los combustibles.
De nuevo, la población reclama mayor responsabilidad de parte de este sector, que por años ha provocado caos en las calles y luto en la familia salvadoreña al no acatar las normas viales y no respetar la vida de los usuarios.
El accidente generó en el gobierno descontento y tratará de imponer mayores condiciones a los buseros para hacer efectivo el aumento al subsidio, como el seguro obligatorio por daños a terceros y los gobernadores de velocidad.
La tarea no es fácil porque conociendo la trayectoria de los señores transportistas, siempre logran salirse con la suya, es decir, obtienen beneficios a cambio de promesas de mejora del servicio que luego no cumplen.
Habrá que ver si esta vez la película es un remake o si tiene un desenlace diferente.

viernes, 11 de febrero de 2011

Pancho no quiso ser rescatado

A eso de las 7:30 de la mañana del viernes, Pancho cayó al río Arenal, en la comunidad Prado, del barrio Modelo en San Salvador.
Su mejor amiga Betsabé, de apenas cinco años de edad, alertó a su padre de que Pancho estaba en el río. La familia intentó bajar, pero fue en vano.
A media cuadra de distancia, se encontraba un equipo del cuerpo de bomberos, quienes acudieron al llamado de doña Dinora, madre de la pequeña Betsabé.
Los bomberos sacaron una escalera del camión para poder bajar al lecho del río, que estaba a más de tres metros de profundidad, por suerte, la corriente del agua no era fuerte y no estaba profundo.
El bombero Saúl Alfredo Aguillón, se puso sus botas impermeables, su casco y se dispuso a bajar.
Sin embargo, el movimiento del agua y la presencia de un extraño, atemorizó a Pancho, quien a mucha prisa batió las alas y alzó vuelo hasta una biga cercana.
La esperanza de rescatar a Pancho parecía disolverse, hasta que el pato batió sus alas de nuevo y llegó al techo de una vivienda y luego a otra, hasta que bajó a tierra.
Los bomberos hicieron su esfuerzo por rescatar al pato como si de una persona se tratara, pero éste prefirió volar a otro lado.