sábado, 1 de julio de 2017

El reposo de un potente gigante

El Parque Nacional El Boquerón es uno de los destinos turísticos más cercanos a la capital salvadoreña y es visitado por turistas nacionales y extranjeros. El clima fresco y la impresionante vista le proporcionan ese peculiar atractivo.
Dentro del cráter está un volcán denominado El Boqueroncito, que fue formado con explosiones y lava donde una vez hubo una laguna, la cual se evaporó en la erupción de la noche del 7 de junio de 1917.

Este es un volcán en constante monitoreo al ser una de las principales amenazas para la zona metropolitana de San Salvador. Geólogos y vulcanólogos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) se encargan del monitorizar el comportamiento del coloso, uno de los seis clasificados como activos en el país junto con los de San Miguel, Santa Ana, San Vicente, Izalco y la caldera de Ilopango; pero que de momento no tiene una actividad eruptiva.

El Boqueroncito se encuentra a 1,340 metros sobre el nivel del mar. “Si abrimos un hoyo desde el fondo hacia el norte, justamente ahí fue donde emanaron las lavas que salieron y que hoy conocemos como Sitio de Niño o Lavas del Playón”, dijo Eduardo Gutiérrez, vulcanólogo del MARN.

El complejo volcánico está formado por varios conos y por varios volcanes. Se tiene registro de 26 conos que hicieron erupción en los últimos 3,000 años.

“La primera cosa que debería de salir cuando un volcán va a comenzar a hacer erupción, lo primero que emana es el CO2 (dióxido de carbono), es un gas volcánico que por su densidad es lo primero que sale, a través de los poros y las grietas”, dijo Gutiérrez.

Otra característica es que inician pequeños temblores cuando se va llenando la cámara magmática con agua y gas y empieza a crecer, y a esos temblores se les conoce como “volcano-tectónicos tipo A”.

El MARN cuenta alrededor con estaciones sísmicas que detectan la frecuencia de los sismos. “Nos va a cambiar la frecuencia y vamos a ver que sale el gas SO2 (dióxido de azufre), que es el segundo, ya los componentes de azufre comenzarían a salir y la sismicidad nos cambiaría a sismos tipo híbridos o tipo volcánicos. Esto ya quiere decir que hay movimiento en esas grietas de los fluidos magmáticos”, agregó.

En ese momento sería un tremor volcánico de baja frecuencia y sería signo de una erupción. “Por eso es lo importante de tener un monitoreo sísmico alrededor de todo el volcán. Adicionalmente, tenemos monitoreo de temperatura en el cerro La Olla, es un volcancito monogenético, y monitoreamos las aguas”, dijo.

Aunque se cuenta con una red de monitoreo, no es posible definir cuándo haría erupción; por lo que señalan la importancia de estar alerta a los signos que presente.

Además, El Salvador está en una zona sísmica tanto por fallas locales como por la actividad de las placas tectónicas. De ahí que es importante tomar en cuenta los estudios y análisis científicos para la toma de decisiones en planes de educación y prevención para salvaguardar vidas.