lunes, 6 de julio de 2009
Los recuerdos de un buen amigo
Hoy me senté a recordar las experiencias que compartí en compañía de mi perro, me dio alegría y a la vez tristeza.
Alegría porque fueron momentos muy simpáticos, divertidos y tiernos; seguramente Rocky ocupa buena parte de mis recuerdos.
Y me da tristeza porque sé que no volveremos a compartir esos momentos, pues se convirtieron en "las pasadas de Rocky".
Llegó a nuestra casa en noviembre de 1996, mi mamá nos llevó a comprarlo, ella creía que iba a ser un perro pequeño y que se adaptaría bien al poco espacio de nuestro patio.
Creo que ella no sabía cuánto puede crecer un pastor alemán =).
En ese entonces teníamos una panadería. La principal preocupación era que fuera a morder el pan o ensuciar el taller donde se hacía, pero nada de eso ocurrió. Era bastante respetuoso de las cosas del taller.
La panadería tenía un portón por donde entraba la gente a comprar, por lo que se mantenía abierto todo el día. A Rocky le gustaba estar en la calle (no pasaban muchos vehículos), así que salía por ese portón cada vez que podía.
Lo interesante era que esperaba que le dieran autorización para salir. Si, se paraba por la puerta que conectaba el taller con la casa y veía a mi hermano o a mi papá en espera de que le dijeran "salí pues", entonces salía tranquilo y al rato regresaba.
Por las mañas se quedaba echado en la acera a ver entrar y salir a los clientes. Nunca agredió a una persona.
Era interesante verlo todas las noches entrar al taller cuando nadie estaba ahí e ir a la lata de averías (pan aplastado o medio quemado) y sacar uno para comérselo. Religiosamente, a las 8:00 de la noche iba por su pan y nunca agarró más de uno.
Mis padres cerraron la pandería en diciembre del año 2000 y creo que ni ellos ni mis hermanos la extrañan.
Tengo la sensación que Rocky era el único que sí lo hacía.
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