domingo, 14 de septiembre de 2014

El camino de domingo

El sol se ocultó, pero aún hay claridad en el cielo. Una brisa fresca, las aves buscan sus nidos.

Veo unos niños que elevan una piscucha, tranquilos, sin preocupaciones.
Un hombre sentado a la puerta de su casa, quien responde con cortesía a un "buenas tardes".

El aire lleva ese olor tan propio, tan conocido de queso y loroco, que provoca al paladar. Ya hay gente sentada a la mesa esperando ese manjar tan nuestro.

Camino sobre calles adoquinadas, paso sobre los viejos y enmohecidos raíles de la línea férrea, esos que he cruzado no sé, cientos o miles de veces.
Una puerta abierta, un gato sentado viendo lo que hay afuera.
Gente por las calles, niños que corren.

Pienso, no, siento esa realidad cotidiana que la política no ha corrompido ni el miedo ha invadido.

Es mi tierra, es mi pueblo, es mi gente, es... es parte de mí y yo de todos.


Es mi Aguilares

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