El plan de ordenamiento del centro de San Salvador que impulsa el gobierno, a través del Viceministerio de Transporte (VMT), ha dado mucho de qué hablar en estos últimos días.
Han surgido diversidad de opiniones tanto en contra como a favor del cambio de recorridos, paradas y retornos del transporte público de pasajeros. Las que se prestan a infinidad de interpretaciones.
En lo inmediato, la medida parece aliviar el alto congestionamiento que prevalecía en las calles del centro, a pesar de las molestias que causara en los primeros días a cientos de miles de usuarios que transitan por el centro en buses y microbuses.
Pero habrá que preguntarse, ¿esta acción es la cura o sólo un alivio a la enfermedad?
Con la presión de que los transportistas que no cumplan con las disposiciones del gobierno no recibirán el subsidio al diéles, este sector se ha sumado sin más complicaciones al ordenamiento. Pero el comportamiento y el trato a los usuarios no ha cambiado.
El centro histórico ya no sufre de humo, pero las calles donde pasan las unidades se ven saturadas.
Los usuarios se adaptan a las nuevas paradas, pero se afecta al comercio del centro, porque la mayoría vendía sus productos con los que estaban en las paradas de buses esperando su ruta.
En fin, el orden trae beneficios para unos, afectaciones para otros. Habrá que ver las medidas de seguimiento y los efectos que éstas tengan en la población.
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