lunes, 4 de enero de 2016

No maldigas a tu país

Desde hace mucho tiempo resuena en mi cabeza, en mi corazón, esta frase: no maldigas a tu país.
Debido a la violencia que azota a El Salvador, en las redes sociales leo que muchos amigos, ante la cifra de homicidios diarios, de los casos de intolerancia, de los robos, de los delincuentes que dejan libres, etc, terminan maldiciendo al país o diciendo que es una mierda.

Y aunque a mí también me indigna tanta violencia, no cabe en mi corazón hacer lo mismo.
¿A dónde vamos a parar si nosotros los que se supone que somos los "buenos" maldecimos a nuestro país?
Tal vez lo vean como una forma de descargar la indignación, pero no debe seguir siendo así.
La Palabra de Dios nos dice en Proverbios 18:21 "La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá de sus frutos".
Nuestras palabras tiene poder, aunque no lo crean.

Si maldices a tu país, no maldices solo a los pandilleros, a los delicuentes y a los políticos, nos maldices a todos. Si dicen que tu país es una mierda, están diciendo que todos los que somos país somos una mierda.

Si maldices a tu país, maldices al agricultor que con su trabajo y sudor cosecha los frijoles que tú te comes, maldices las manos del panadero que hace el pan que te desayunas, maldices a la vendedora de verduras que comes en tu almuerzo. Si maldices a tu país, maldices toda la cadena productiva que es impulsada por la gente.
Si maldices, llamas la desgracia y la muerte a tu tierra, a tu gente, a tu misma casa, a tu vida.

¿Que suena exagerado? Si maldices a tu país, maldices a todos los que estamos dentro.
Y se suponen que somos los "buenos", porque no somos delincuentes y nos creemos "cristianos" porque decimos que creemos en Dios.

"De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce? (Santiago 3:1-12)

En otra parte, el Señor Jesús dijo que de la abundancia del corazón habla la boca. Examínate tú cuáles palabras pronuncias más.

Si esto es duro, aún falta la parte más necesaria.
No maldigas, sino, bendice.
"bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian" (Lucas 6:28)
"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44)

Los versículos abundan y no voy a cansarlos citando todos.
Solo les pido amigos y amigas, ya no maldigas a tu país, ya no maldigas a tu gente. En lugar de eso, bendice, clama a Dios la misericordia y sé una personas de bendición, sé solidario, ten cortesía, no te pases el semáforo en rojo, no suenes la bocina cada vez que se detiene un vehículo, sé tolerante, haz la fila como todos y respeta el lugar de quienes llegaron antes, no te quedes con el cambio que no es tuyo, no hables mal de tu compañero o compañera de trabajo, sé buen vecino, recoge el excremento de tu perro cuando lo saques a pasear.
Solo haz las cosas pequeñas que son tan importantes para la convivencia pacífica. Y pide por las autoridades, que Dios las ilumine y podamos vivir quieta y reposadamente (sí, también está en la Biblia).
Si los humanos y el sistema es injusto, Dios no lo es, deja lugar a que él actúe.
"Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo" (Hebreos 10:30).

NO TE DESANIMES. EL SEÑOR TE BENDIGA