sábado, 19 de julio de 2025

Las conversaciones silenciosas de una taza de café

 "Vamos por un café"

Una frase tan común que puede guardar mucho significado y al mismo tiempo sonar tan vacía como la estopa de un coco en el suelo. 

Las relaciones interpersonales, las de negocios y hasta las políticas más de alguna vez se desarrollaron al calor de una taza de café; sin importar si era uno fino, de altura, extranjero, instantáneo o preparado al calor de una hornilla de leña. Lo importante es que se compartiera con la persona correcta.

¿Y cómo saber si es la correcta?

Me gustaría tener una respuesta que englobara todos los detalles que demostraran si lo es o no.

Pero pienso en esto: Que esté dispuesta a escuchar, sin importar de lo que se hable.

Aunque en pleno 2025 proliferan los establecimientos y marcas de consumo de café y otras bebidas y alimentos de más popularidad, lo que va en reducción es la capacidad de las personas de escuchar.

Pasarla bien y conversar es una de las acciones sociales más divulgadas en las redes sociales, ventanas de la apariencia y la alegría que muestran la máscara de sociedades cegadas ante sus males y decadencias.

Lo que de verdad es importante, lo que de verdad puede tener un significado no se dice en estas plataformas digitales, no se puede decir, no se permite que asome lo que hay en tu interior; porque solo es un escaparate, es como la presentación de tu hoja de vida profesional y ahí solo se ponen las aptitudes y fortalezas.

Si se escapa un mensaje que evidencia que tienes un dolor en tu vida, que tu mente está cansada o cualquier otra emoción humana, pues, ya caíste mal. Y a quienes les interesa, no les interesa realmente la raíz del asunto, sino que, como buenos asesores publicitarios, les interesa que modules tu voz para que sigas acoplado a las reglas imaginarias de esa vitrina. 

Sonríe y sigue tomándote fotos como político de pueblo en campaña permanente o como candidata de fiesta patronal.

No te preocupes, ya hablaremos en calma con una taza de café.

Ese café que convoca cuando hay algún chisme que urge comentar, la plática más superficial del día, de la semana, del mes. La conversación de fondo se ve desplazada, no existe la confianza, ¿para qué arruinar el momento divertido?

Quejas y lamentos enfrían el café, de pronto se siente más ralo, sin gusto; porque a alguien se le ocurrió exponer un poco de su ser. 

Hacerla de psico-terapeuta no es divertido y es mejor que se cambie de tema porque la paciencia se acaba y la empatía se desgasta. ¿Viste la última película?, ¿por cuál capítulo vas de la serie que está de moda?

Con el último sorbo de café se olvidó todo lo dicho, pero se cumplió el rol social de la conversación. Nos vamos sin preocupaciones ajenas, solo con nuestra carga interna.

Pero, ¡hey! Compartimos un café. Hay que repetirlo.

Entonces, ¿era o no era la correcta?

Si el rato ameno basta y te conformas con eso, pues , ahí tienes la respuesta.

Pero tiene que haber algo más, no puede ser el simple consumo y risas actorales.

Verse a los ojos y ponerse atención, recordar la información que dejaron en pausa y hasta interesarse en los efectos emocionales eso, definitivamente, tiene que ser un nivel de más humanidad, más allá del rol social por apariencia.

Y es que a veces no se buscan soluciones como si se tratase de una consultoría, tan solo se necesita escuchar y ser escuchado. Permitirse un momento para decir lo que de verdad tiene interés, sin el temor de un reproche, regaño o hasta la censura.

¡Ah pero para eso sí no tengo chance, fíjate! Tengo mucho trabajo y compromisos. Otro día (cuando no te sientas tan sensible y vuelvas al escaparate social) nos tomamos un café y platicamos a gusto. 

Ese café tan ameno, tan gustoso, descomprometido. Compartido en una conversación que mantiene en silencio a la conciencia.

¿Quiere decir que dejemos de tomar café? Claro que no, eso no está en discusión. Solo hay que distinguir con quién conversamos y con quien callamos.

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