viernes, 29 de mayo de 2020

Cuando tengamos tiempo

Vamos por la vida a paso apresurado, siempre pensando que tenemos que hacer cosas importantes y no tenemos tiempo para lo irrelevante.

Y curiosamente lo importante coincide con lo que estresa, lo que cansa, lo que demanda de toda la atención y consume las energías. Claro, hay que sustentar el cuerpo y cubrirlo.

Lo menos importante o los menos importantes siempre están para después, para cuando haya tiempo, cuando haya chance, cuando todo lo demás esté hecho.
Una conversación, un café, una palabra de aliento, un abrazo, un beso, un te quiero, se van postergando y se ahogan entre los apuros, los proyectos, los planes y los afanes.

Y esperamos a ese tiempo sobrante que nunca llega, sí, nunca llega porque siempre lo importante crece y se adueña de la agenda.

Hasta que por fin, un buen día lo importante cede, se detiene un paso y nos deja un respiro.
Y pensamos en retomar aquello que dejamos para después, pero al buscarlo ya no está. La conversación se perdió, el café se enfrió, ya no hay interés en los abrazos, la oportunidad de un beso se desvaneció, los te quiero ya no pueden ser escuchados.

Cuando tengamos tiempo, decimos. Y cuando por fin lo tenemos, el momento se ha perdido.
Corriendo vamos, viviendo angustias y cansancio hoy, pensando en ser felices mañana.
Los minutos avanzan, el tiempo se va en cada parpadeo, en cada suspiro, en cada sueño postergado.



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