jueves, 28 de octubre de 2010

De nuevo los buseros

Una vez más, el sector de transporte público de pasajeros amenaza con una marcha (que implica dejar de prestar el servicio en algunas zonas del área metropolitana del San Salvador) para exigir que el gobierno les permita mejorar su recaudación económica.
Al igual que el resto de salvadoreños, los buseros tienen derecho de manifestarse y exponer su situación. Pero a diferencia del resto de salvadoreños, la credibilidad de este sector es deficiente.
A lo largo de este año han ocurrido decenas de marchas y manifestaciones: vendedores informales, docentes, ambientalistas, feministas, sindicalistas, organizaciones con alguna vinculación política, en fín, de todo tipo.
Pero ninguna de ellas molesta tanto a la población como la de los buseros. El motivo es simple: quieren cobrar más cuando prestan un pésimo servicio.
De acuerdo a los dirigentes de las gremiales de autobuses y microbuses, si no logran mejorar sus ingresos económicos (ya sea vía aumento de pasaje o de subsidio al combustible) no pueden hacer mejoras a las unidades.
Desde el punto de vista comercial tiene lógica, porque sin liquidez no se puede invertir en mejorar el servicio.
El problema en este punto es que los transportistas han tenido años para poder hacer mejoras y nunca las hicieron. En dos ocasiones ingresaron peticiones a la Asamblea Legislativa para que les prorroguen el plazo de renovación de flota.
La última fue en 2007 (antes que estallara la crisis económica por los altos precios de los combustibles) y después no se preocuparon por hacer las adecuaciones necesarias para mejorar el servicio.
Por otro lado, parece ser que los choferes de las unidades nunca pasaron por clases de manejo y de respeto a la normativa vial, y si pasaron quizá lo hicieron de noche porque en las calles son una verdadera amenaza.
Las quejas más frecuentes sobre ellos son que maltratan al usuario, conducen a exceso de velocidad y con música estridente, no respetan las paradas, van peleando vía con otras rutas y cuando tienen un accidente son los primeros en huir de la escena del crimen.
Por estas y otras razones, la mayoría de la población siente indignación cada vez que los buseros hacen marchas o paros para exigir aumento al pasaje o más subsidio. Es como sentir que no se lo merecen, aunque realmente lo necesiten.

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