En el transcurso de la emergencia nacional por los desastres causados por el paso de una baja presión tropical y la tormenta Ida, muchas personas han llevado ayuda a los centros de acopio, los albergues y a las comunidades.
Algunas lo hacen por solidaridad y otras por caridad, pero en ambos casos lo importente es que la ayuda llegue a donde más se necesita.
Sin embargo, no estoy de acuerdo en la actitud de algunas personas hacia los damnificados. Me explico: el pasado jueves estuvimos haciendo reportajes y coordinando la llegada de un cargamento de ayuda humanitaria hacia Joya Grande, a las orillas del lago de Ilopango.
Algunas personas que tienen negocio ya habían enviado su ayuda, la cual llega por medio de lanchas.
Mientras esperábamos subir a unas lanchas que nos llevarían al turicentro de Apulo, llegó una lancha muy bonita de alta potencia (de esas que salen en las películas al estilo Hollywood). Al parecer, transportaba a los donadores de la ayuda.
Hasta ese momento todo iba normal. La escena que me indignó fue que las "distinguidas señoras" que venían en la lancha no quisieron mojarse ni la punta del zapato. Llegaron con su ropa fina, su gafas oscuras y carteras.
Pidieron a la gente de la comunidad que las cargaran desde la lancha hasta tierra seca. Eso me hace pensar que, a pesar de la emergencia, hay personas que discriminan a los demás.
El hecho de que le lleven comida a los damnificados no les da autorización de tratarlos como si fueran sirvientes de la época colonial.
Si sabían que iban a ir a una zona de desastre, lo menos que pudieron haber hecho era ponerse ropa que no les molestara ensuciar, a fin de no hacer este tipo de escenas.
Los pobladores, por su parte, no tuevieron inconveniente de ayudarlas. Eso demuestra la disposición de servicio que tiene la gente sencilla.
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