En muchas ocasiones me han reenviado cadenas de mails con disque oraciones que solo piden a Dios las bendiciones económicas, materiales y que solo les dé alegría, y que para cumplirse uno debe reenviar el mensaje.
Honestamente, algunas las reenvío y otras no por la razón de que no comparto la "oración" que en ella ponen.
Por ejemplo, las que dicen: "Dios te amo mucho y estás en lo más profundo de mi corazón", eso me hace pensar que tienen al Señor tan en lo profundo que no lo dejan tomar el control de tooooodo su corazón, que es lo que Dios quiere (Proverbios 23:26).
Otros mensajes dan la impresion que lo único que les interesa es recibir las bendiciones que nuestro cuerpo necesita: comida, vestido y techo. Pero no piden por la edificación de su alma y por el crecimiento de su vida espiritual.
Ciertamente, la misma palabra de Dios dice que Pablo exhortaba a los cristianos a ganarse honradamente su propio pan y el que no quiere trabajar que tampoco coma (2a Tesaloniceses 3:10).
No obstante, Jesucristo instó a sus discípulos a no afanarse demasiado en obtener estas cosas. En Mateo 6: 25-34 da una amplia explicación sobre las cosas que tenemos necesidad y que Dios las provee, por lo que hizo énfasis en que primero debemos buscar a Dios.
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (v. 33).
Y este es el punto que las cadenas de oración vía mail no toman en cuenta. Nosotros siempre queremos recibir bendición y la solución inmediata a los problemas que tenemos.
Cuando no obtenemos respuesta de parte de Dios, empezamos a quejarnos y hasta reclamar porque no nos da la respuesta que queremos.
Y esto me lleva a otro punto. Dios no obra conforme a lo que nosotros queremos o pensamos es lo mejor. Ya lo decía a través del profeta Isaías cuando dijo: "Porque mis pensamientos nos son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová" (Isaías 55:8).
Entonces, ¿Por qué Dios nos deja vivir en incertidumbre y angustia? Para enseñarnos una lección, porque si amamos a Dios y tratamos de vivir de acuerdo a su voluntad, las cosas que nos sucedan nos ayudarán a bien (Romanos 8:28).
Algunas son pruebas de fe (Santiago 1:2-4; 1a Pedro 1: 6-7) y otras son disciplina de parte de Dios (Hebreos 12: 9-11).
En todo caso, lo que de verdad importa en nuestra vida es tener una estrecha relación con Dios, y el único medio es a través de Jesucristo (1a Timoteo 2:5).
Pues Jesús mismo dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
El que tiene al Hijo, tiene la vida. Dios es fiel y la bendición más grande que ha dado a la humanidad es entregar a su Hijo como expiación de nuestros pecados.
Todos necesitamos el perdón de Dios, porque todo fuimos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Y la paga del pecado es muerte.
Pero ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), si perseveramos en la fe.
¿Y qué recompensa habrá para los que perseveren? Además, de la vida eterna (ya con eso es más que suficiente, pues Dios nos la da sin que la merzcamos), el Señor nos dará un galardón especial (Apocalipsis 22:12).
Habrá quien dirá que sólo son cuentos, que desde hace ratos que Juan escribió el Apocalipsis y no pasa nada, etc, etc.
Lo que pasa es que Dios, en su infinita misericordia, nos da tiempo para ponernos a cuentas con Él. "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2a Pedro 3:9).
El llamado sigue vigente: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1: 18)
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