La tormenta tropical Agatha, que azota Centroamérica, especialmente Guatemala y El Salvador, es un presagio del inclemente invierno que se presentará en los próximos meses.
El pasado fin de semana, se registraron en el país los acumulados de lluvia más altos de la historia reciente.
En la estación de La Hachadura se registó 483 mm de lluvia, 130 mm más que los registrados durante la depresión tropical que se arrastró la tormenta Ida sobre nuestro país, en noviembre de 2009.
Esta vez, la diferencia fue que la lluvia se distribuyó a lo largo del territorio nacional por 24 horas continuas, y no por cuatro horas como la vez anterior.
Pero el caso es el mismo: la alta vulnerabilidad que padece el país.
La crecida y consecuente desborde de ríos y quebradas es reflejo de la impermeabilidad del suelo. Las zonas bajas sufren, como se está haciendo costumbre, de daños por desborde de ríos.
El agua demuestra, una vez más, que es capaz de destrozar todo cuanto encuentra a su paso.
Sin embargo, esta vez hay que reconocer que existe una diferencia: la alerta temprana que tomaron las comisiones de Protección Civil.
Al analizar la cantidad de agua que cayó sobre el país y la vulnerabilidad de las comunidades, los fallecidos (nueve) son pocos, gracias a Dios.
La tormenta Ida dejó como 170 fallecidos y eso que los niveles más grandes de lluvia se concetraron en los departamentos de San Vicente, La Paz, Cuscatlán, San Salvador y La Libertad.
Mientras que Agatha afectó a los 14 departamentos. El que menos niveles de lluvia captó fue Morazán con 60 mm, pero eso siempre es bastante.
No cabe la menor duda que las evacuaciones preventivas, especialmente en las zonas afectadas por Ida, fueron acertadas para salvaguardar la vida de más personas.
Es de lamentar el fallecimiento de las nueve personas y nos sirve para no confiarnos demasiado. Los planes de protección pueden existir en papel, pero de nada sirven si las comunidades, es decir, si los salvadoreños y salvadoreñas no las acatamos.
Seguramente, el cambio climático nos traerá eventos climáticos extremos o más recurrentes. El invierno está empezando y ya pasamos una tormenta de muchas que vienen.
Ya es hora que las personas tomen un rol más activo y no se queden esperando a que el agua les lleve sus pertenencias o sus vidas. Bien dice un dicho: "más vale prevenir que lamentar", por eso no se deben descuidar las alertas tempranas y actar las medidas de seguridad que indican las autoridades.
Una de ellas es: no transitar por las carreteras del país si no es necesario o urgente, los deslizamientos de taludes y la formación de cárcavas están a la orden del día.
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