Con la llegada de un nuevo año viene un sin fin de actividades e información: recuento de emergencias, homicidios, los cambios en el gobierno, retomar la agenda parlamentaria, el regreso a clases...
A veces parece como un ciclo que termina y vuelve a empezar, pero siempre se tiene una espectativa de que habrá algo diferente.
El tiempo vuela con más rapidez, enero y febrero se van volando. Cuando menos sintamos estaremos de vacaciones de semana santa y luego las de agosto hasta llegar a diciembre.
La diferencia la puede marcar nuestras actitudes y la manera en que conducimos nuestras vidas. Algunos tal vez hayan madurado con respecto al año recién pasado, otros quizá ni siquiera saben lo que eso significa.
Pero, prefiero pensar que hemos aprendido las lecciones que nos deja el pasado para vivir con sabiduría el presente y tener un mejor futuro.
Dios nos conceda que el 2010 no esté marcado con cifras alarmantes de homicidios, extorciones, robos ni quema de buses.
Dios quiera que mejore el sistema de salud, que las personas no perezcan a causa de enfermedades que pueden ser tratadas, que en las farmacias de los hospitales ya no se escuche la frase "no hay".
Dios permita que las cosechas estén en su tiempo, que el verano no sea agobiante y el invierno no sea inclemente.
Dios nos conceda el alimento, el vestido el calzado, el techo, los servicios básicos, la educación y el trabajo.
Pero sobretodo, que los salvadoreños nos volvamos a Dios y recordemos que sin él no subsistimos y que es necesario arrepentirnos de nuestros malos caminos y buscar el reino de Dios y su justicia, las demás cosas vienen por añadidura.
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