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viernes, 29 de julio de 2011
jueves, 14 de julio de 2011
¡Aticen el fuego que ahí viene Regalado!
-Qué dice usté don Danielito, ¿cré que el infierno está aquí abajo en la tierra?
- Mmm, no le sabría decir, don Chema, deso no sé yo nada.
- Siii don Danielito, el infierno está aquí abajo de la tierra!
- ¿Y usté cómo sabe?
- Cuando fuimos con mi mujer a traer leña al cerro, yo me acosté un ratito, y bien cabal oí que decían: ¡Aticen el fuego que ahí viene Regalado, aticen el fuego que ahí viene Regalado!, por eso digo yo que el infierno está abajo de la tierra.
Cuenta mi abuela que su suegro, don Daniel, seguido contaba una pasada de cuando estaba joven (en el primer cuarto del siglo XX).
Decía que cuando trabajó en el ingenio Chanmico (ahí por Sitio del Niño, en San Juan Opico), seguido platicaba con un señor "ya bien señor", quien le preguntó dónde creía que estaba el infierno.
Como no supo darle una respuesta, el anciano le contó su experiencia de años atrás:
Un día, cuando él y su mujer fueron a recoger leña al cerro (así le llamó al volcán de San Salvador), se detuvieron a descansar y se recostó sobre la tierra.
Cuando él puso la cabeza en el suelo, escuchó que decían: ¡Aticen el fuego que ahí viene Regalado, aticen el fuego que ahí viene Regalado!
Inmediatamente pensó que era el infierno y que estaban preparando el fuego para la llegada de Tomás Regalado, quien fuera presidente de la República de 1898 a 1903.
Regalado participó del derrocamiento del presidente Rafael Gutiérrez y asumió la primera magistratura.
Falleció en 1906, en una batalla entre El Salvador y Guatemala, en el lugar conocido como El Entrecijo en el vecino país.
- Mmm, no le sabría decir, don Chema, deso no sé yo nada.
- Siii don Danielito, el infierno está aquí abajo de la tierra!
- ¿Y usté cómo sabe?
- Cuando fuimos con mi mujer a traer leña al cerro, yo me acosté un ratito, y bien cabal oí que decían: ¡Aticen el fuego que ahí viene Regalado, aticen el fuego que ahí viene Regalado!, por eso digo yo que el infierno está abajo de la tierra.
Cuenta mi abuela que su suegro, don Daniel, seguido contaba una pasada de cuando estaba joven (en el primer cuarto del siglo XX).
Decía que cuando trabajó en el ingenio Chanmico (ahí por Sitio del Niño, en San Juan Opico), seguido platicaba con un señor "ya bien señor", quien le preguntó dónde creía que estaba el infierno.
Como no supo darle una respuesta, el anciano le contó su experiencia de años atrás:
Un día, cuando él y su mujer fueron a recoger leña al cerro (así le llamó al volcán de San Salvador), se detuvieron a descansar y se recostó sobre la tierra.
Cuando él puso la cabeza en el suelo, escuchó que decían: ¡Aticen el fuego que ahí viene Regalado, aticen el fuego que ahí viene Regalado!
Inmediatamente pensó que era el infierno y que estaban preparando el fuego para la llegada de Tomás Regalado, quien fuera presidente de la República de 1898 a 1903.
Regalado participó del derrocamiento del presidente Rafael Gutiérrez y asumió la primera magistratura.
Falleció en 1906, en una batalla entre El Salvador y Guatemala, en el lugar conocido como El Entrecijo en el vecino país.
martes, 12 de julio de 2011
Los periodistas también lloran
Los periodistas, fotoperiodistas y camarógrafos casi a diario cubrimos eventos de gran impacto social y emocional, como asesinatos, desastres naturales, crisis política, crisis económica y pobreza, que de alguna manera causan un impacto a nivel psicológico, físico y emocional.
En muchas oportunidades, por el afán de obtener la mayor y mejor información de estos hechos, los reporteros hasta podemos parecer indiferentes ante el dolor ajeno o que perdemos la sensibilidad humana ante las tragedias.
Pero todo eso es completamente diferente a la realidad.
Una reciente charla con la periodista de gran trayectoria internacional, Donna Cesare, nos hizo ver que hasta los mejores y más prestigiosos periodistas del mundo han derramado lágrimas luego de cubrir eventos trágicos.
La misma Cesare confesó que lloró durante la cobertura informativa del asesinato de los religiosos jesuitas de la Universidad Centroamericana, en 1989.
Por supuesto, no faltan los colegas que creen que llorar o expresar empatía hacia los protagonistas de un evento noticioso es falta de profesionalismo, cuando la realidad demuestra lo contrario.
Los hombres y las mujeres que trabajamos en las salas de prensa de cualquier medio de comunicación no tenemos ningún tipo de blindaje o escudo contra el dolor, ni contra el estrés. Corremos el riesgo de tener un trauma psicológico, las emociones acumuladas se convierten en bombas de tiempo que causan daño. De ahí la importancia de darle espacio a las emociones.
Los traumas psicológicos tienen reacciones físicas como: insomnio, fatiga, dolor de cabeza, náuseas, rechinamiento de los dientes, dolor de espalda, aumento de la presión arterial, estreñimiento, indigestión, diarrea, sudoración, calambres, enojo, sensación de hiperactividad, tendencia a apartarse de los demás y muchas otras.
Los periodistas siempre llevamos una carrera contra reloj, pasarse de la hora de cierre es un error que no se puede cometer; pero en medio de este ir y venir diario, hace falta detenerse un instante para respirar profundo y definir bien nuestras prioridades.
Cuando hay que correr, corramos; cuando hay que preguntar, preguntemos; cuando hay que callar, callemos y cuando hay que llorar, lloremos.
El buen periodista no es el más insensible, el buen periodista es que el no olvida que también es humano.
En conmemoración al Día del Periodista (31 de julio en El Salvador), felicidades a todos los colegas y suerte.
En muchas oportunidades, por el afán de obtener la mayor y mejor información de estos hechos, los reporteros hasta podemos parecer indiferentes ante el dolor ajeno o que perdemos la sensibilidad humana ante las tragedias.
Pero todo eso es completamente diferente a la realidad.
Una reciente charla con la periodista de gran trayectoria internacional, Donna Cesare, nos hizo ver que hasta los mejores y más prestigiosos periodistas del mundo han derramado lágrimas luego de cubrir eventos trágicos.
La misma Cesare confesó que lloró durante la cobertura informativa del asesinato de los religiosos jesuitas de la Universidad Centroamericana, en 1989.
Por supuesto, no faltan los colegas que creen que llorar o expresar empatía hacia los protagonistas de un evento noticioso es falta de profesionalismo, cuando la realidad demuestra lo contrario.
Los hombres y las mujeres que trabajamos en las salas de prensa de cualquier medio de comunicación no tenemos ningún tipo de blindaje o escudo contra el dolor, ni contra el estrés. Corremos el riesgo de tener un trauma psicológico, las emociones acumuladas se convierten en bombas de tiempo que causan daño. De ahí la importancia de darle espacio a las emociones.
Los traumas psicológicos tienen reacciones físicas como: insomnio, fatiga, dolor de cabeza, náuseas, rechinamiento de los dientes, dolor de espalda, aumento de la presión arterial, estreñimiento, indigestión, diarrea, sudoración, calambres, enojo, sensación de hiperactividad, tendencia a apartarse de los demás y muchas otras.
Los periodistas siempre llevamos una carrera contra reloj, pasarse de la hora de cierre es un error que no se puede cometer; pero en medio de este ir y venir diario, hace falta detenerse un instante para respirar profundo y definir bien nuestras prioridades.
Cuando hay que correr, corramos; cuando hay que preguntar, preguntemos; cuando hay que callar, callemos y cuando hay que llorar, lloremos.
El buen periodista no es el más insensible, el buen periodista es que el no olvida que también es humano.
En conmemoración al Día del Periodista (31 de julio en El Salvador), felicidades a todos los colegas y suerte.
miércoles, 6 de julio de 2011
Inspeccionan obras en Verapaz
El Ministerio de Obras Públicas (MOP) realizó obras de mitigación en los principales ríos del departamento de San Vicente, como medida de protección ante posibles deslaves.Los municipios de Verapaz, Guadalupe y Tepetitán fueron duramente impactados por deslizamientos de roca, lodo y árboles que se desprendieron del volcán Chichontepec, en noviembre de2009, por lo que necesitaron de intervención inmediata para restaurar la conectividad.
La cartera invirtió $8 millones 815 mil 655 en limpieza y dragado de las quebradas La Quebradona, Las Lajas, San Benito y Baila Huevo; así como en instalar puentes metálicos sobre quebradas Las Lajas, Acahuapa, La Quesera, Machacala, La Quebradona y Quebrada Seca. Todos los puentes cuentan con pasarela peatonal.
Actualmente, trabaja en la instalación del puente sobre el río Titihuapa, de 120 metros de largo, que une a los departamentos de San Vicente y Cabañas.
Exigirán carné a motoristas de transporte público
El Viceministerio de Transporte (VMT) y la subdirección de Tránsito de la Policía comenzarán a exigir a todos los motoristas del transporte colectivo de pasajeros que porten su carné que los acredita para dicha labor, a partir del 1 de septiembre.
Para obtener la credencial, los choferes deben estar al día con el pago de las infracciones de tránsito. El Decreto Legislativo 733 establece que se otorgue planes de pago a los conductores que adeudan esquelas.
Los interesados en acogerse al plan de pago tendrán que acercarse al Ministerio de Hacienda para fijar las cuotas que deberá cancelar.
Quienes tengan una deuda menor a los mil dólares podrán acceder a un plan de pago de 12 meses y quienes deban más de mil dólares el plan puede ser de 18 meses, pero tendrán que adquirir una fianza.
Al cancelar la primera cuota, podrán ir a la Dirección de Tránsito del VMT para inscribirse en el proceso de carnetización, que implica presentar toda la documentación respetiva, someterse a un curso de educación y hacer la prueba antidoping. Recibirán un permiso provisional con 90 días de vigencia para seguir laborando en el transporte colectivo.
Verificarán controles de velocidad
La Inspectoría General del Viceministerio de Transporte (VMT) y la Subdirección de Tránsito de la Policía comenzarán este jueves 7 de julio a verificar que las unidades de transporte colectivo de las áreas urbanas porten gobernadores de velocidad.
El artículo 145 del Reglamento de Tránsito establece que la velocidad máxima para las zonas urbanas es de 40 kilómetros por hora, para garantizar que el transporte público acate la disposición se exige que las unidades tengan algún dispositivo de control.
La inspección se hará en los lugares de metas o lugares de salida para no afectar a la población. También continuarán los operativos de control de velocidad en carreteras para el transporte departamental.
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