Era una mañana como todas, Jennifer se levantó temprano para regar su jardín, desayunar e irse a trabajar. Le alegraba ver las pequeñas flores desde la ventana de la cocina, llenas de vida con la luz del día. Y de vez en cuando alguna mariposa que se paseaba sobre ellas.
Llegó a su oficina temprano, como siempre, una ejecutiva de cuentas bastante efectiva.
Su jefe llegó temprano ese día, estaba en su oficina con un hombre que no había visto antes.
-Jennifer, ven un momento, por favor. Quiero presentarte a Leonard, nuestro nuevo jefe de diseño. Van a trabajar juntos, así que ayúdale a adaptarse.
-De acuerdo jefe, un gusto en conocerlo Leonard.
-El gusto es mío.
Sus ojos se encontraron al mismo tiempo que estrecharon sus manos.
Leonard fue a ubicarse en su oficina, al otro lado del pasillo donde estaba la de Jennifer, pero ambos podían verse, ya que ambos módulos tenían una ventana de vidrio junto a la puerta.
Desde ahí, él le sonrió y la saludó con la mano. Su mirada fue tierna y su sonrisa cautivadora, Jennifer no pudo evitar ruborizarse.
Llegó la hora de almuerzo, pero Jennifer nunca salía, siempre almorzaba frente a su computadora.
-Almorzamos juntos?
-Eh, pues, tengo trabajo, pero gracias.
-De acuerdo, otro día será.
Los días pasaron, pero no eran iguales. Jennifer podía sentir cuando Leonard la miraba, ella trataba de ocultar el rubor de sus mejillas atrás del monitor.
Recibió un correo de Leonard:
-Almuerzas conmigo hoy?
-Tengo trabajo, lo siento.
-Siempre dices eso. Por qué no sales alguna vez? Conozco un buen lugar, está cerca.
-No estoy muy segura.
-Vamos, te gustará. Di que sí.
-No sé.
-Di que sí. Di que sí. Di que sí.
-De acuerdo, vamos.
Ella levantó su mirada y lo vio sonriendo. Esa sonrisa que la desconcentraba, que no se apartaba de su mente y de sus sueños.
Fueron a almorzar y conversaron bastante de trabajo, de sus vidas.
Regresaron a su oficina
-Gracias por el almuerzo.
-Gracias a ti Jenny.
Jenny, no la llamaban así desde niña. Eso le agradó.
Desde ese día, la hora del almuerzo era muy esperada y las conversaciones eran más frecuentes por el chat.
Jennifer se levantaba temprano cada mañana a regar su jardín. Estaba lleno de flores y cada día había más mariposas y contemplaba su revoloteo. No podía evitar pensar en Leonard y sonreír.
Tengo mariposas en el estómago, se dijo y se echó a reír.
-Buenos días, Leonard.
-Buenos días, Jenny.
-Cómo estás?
-Más o menos.
-Y eso por qué?
-Estoy atrasado con unos gráficos y tengo que ir por unas impresiones antes de las 4 y no creo que logre hacerlo.
-Si quieres yo puedo ir por ellas.
-De verdad? No te molesta?
-Para nada, es un placer ayudarte.
-Oh Jenny, te lo agradezco, eres muy linda.
Jennifer se apresuró y regresó antes de la hora de salida.
-Aquí están.
-Jenny te lo agradezco, eres lo máximo.
-Por nada. Este, eh, yo me preguntaba si quisieras tomar un café conmigo.
Él la miró fijamente, sonriendo.
-Claro que sí.
Salieron esa tarde y conversaron hasta noche. Ella tomó un taxi a casa, se sentía feliz. De nuevo, sentía mariposas en el estómago.
Esa noche, Jennifer pensó si sería conveniente decirle a Leonard que le gustaba. Tal vez yo también le guste -pensó-, le invitaré a almorzar y se lo diré.
La siguiente mañana se levantó temprano a regar su jardín y ver las mariposas.
-Hoy es el día, dijo.
Llegó a la oficina temprano, Leonard no había llegado. Media hora después recibió un correo de Leonard.
-Buenos días, Jenny. Puedo pedirte un favor? Necesito que me ayudes a traer unas impresiones nuevamente. Me ayudas?
-Claro, no hay problema.
-Gracias, eres muy linda.
Jennifer fue a traerlas y esperaba regresar a la hora del almuerzo, pero las impresiones tardaron más de lo que esperaba. Almorzó en una cafetería cercana y regresó a la oficina.
Cuando llegó fue hacia la oficina de Leonard y él no estaba.
-Estará en una reunión, pensó.
Fue a su escritorio y tomó unos documentos que necesitaba copiar. Se dirigió al cuarto de fotocopias, la puerta estaba cerrada, abrió despacio y vio a Leonard besando a otra mujer, la secretaria del jefe. Ambos se separaron al ver que alguien abrió.
-Jenny?
Ella no quizo ver más y se fue.
-Soy una tonta!
No pudo contener las lágrimas mientras apretaba su pañuelo, sentada en el sofá. Lloró toda la noche.
A la mañana siguiente, no regó su jardín. Salió al patio y vio las mariposas.
El dolor apretaba su pecho, ahogaba su voz y las lágrimas brotaban de nuevo.
Se llenó de ira contra sí misma por haberse ilusionado con un hombre y sintió más irá contra las mariposas.
-Váyanse! Largo de aquí!
Comenzó a arrancar las flores y patearlas y abanicar los brazos para ahuyentar las mariposas. No quería verlas más.
Ese día llegó tarde a su trabajo. Se ocultó detrás de su computadora y no habló con nadie. Así pasó unas semanas, evitando los ojos café de Leonard. Tratando de concentrarse sólo en el trabajo, saliendo tarde.
-Jennifer, ven por favor.
-Dígame jefe.
-Quiero decirte algo. Veo que no has tomado tus vacaciones anuales y te noto rara esta semana. Así que, debes tomar tus vacaciones.
-Vacaciones? Pero tengo mucho trabajo, la presentación de una cuenta importante es esta semana.
-Lo sé, pero estás distraída y no quiero que la presentes así.
-Jefe, yo puedo hacerlo.
-No. Te lo digo claramente, vete de vacaciones.
Jennifer salió temprano ese día.
-Y qué rayos voy a hacer estos días?
Se fue caminando a casa, caminando distraída. En la ruta se topó con un estante de estampillas y promocionales de viajes. Se le ocurrió que sería bueno salir de viaje. Ese mismo día compró un boleto para un tour de playa.
Se fue al siguiente día, temprano.
Regresó una semana después, el sol y el mar le ayudaron a olvidar a Leonard. Pero cuando llegó a casa, su recuerdo le asaltó como si la estuviera esperando para atormentarla de nuevo.
De pronto, tocaron el timbre de la puerta. Era Lisa, su mejor amiga que venía de visita.
-Lisa!
-Amigaaa, cómo estás?
-Eh, bien. Pero por qué no me avisaste que venías?
-Lo hice, te dejé como 100 mensajes!
-Oh, lo siento. Es que estuve fuera, de vacaciones.
-Qué? Tú, la adicta al trabajo de vacaciones? Eso sí está raro. Dime qué te pasa?
-Cómo que qué me pasa? Estoy bien
-No mí amiga, te conozco, algo te pasa.
Jennifer no tuvo más opción que relatar todo lo que le sucedió.
-Ay corazón! Lo siento mucho.
-Gracias Lisa. Me siento triste y no sé qué hacer.
-Amiga, no tienes que sentirte mal. Eres una mujer especial, inteligente, bella, siempre honesta y siempre con integridad. No dejes que esto te afecte.
-Realmente, no siento que yo sea todo eso.
-Pero claro que sí! Eres una mujer especial. Tú confía en Dios, él te ayudará. Ese tipo no era para ti, pronto conocerás a alguien más.
-Más mariposas? No las quiero.
-De qué hablas?
-Nada, yo me entiendo.
-Vamos, salgamos de aquí.
Ese día, Jennifer se divirtió. Recordó lo feliz que se sentía al hablar con su amiga y se dijo que quizá sería posible olvidar lo que pasó.
Pero aún tenía que enfrentar a Leonard y su mirada cuando regresara a la oficina. Pensó en eso los últimos días de sus vacaciones, mientras contemplaba la lluvia de la tarde.
Cuando regresó a su trabajo sus compañeras la recibieron con alegría. Se sintió bien. Ni siquiera miró hacia la oficina de Leonard.
-Jennifer, ven por favor.
-Dígame jefe.
-Primero, quiero darte la bienvenida. Segundo, tengo buenas noticias para ti.
-Sobre qué?
-La compañía ha decidido ampliar sus operaciones y abrirá una oficina regional. La junta directiva está de acuerdo en que te hagas cargo de la nueva división.
-Qué? Yo? En serio?
-Muy en serio.
-Eso es maravilloso! Y a dónde iré?
-En principio será en el país, pero en el edificio central. Tendrás que viajar mucho. Estás de acuerdo? Es una gran oportunidad.
-Pues no sé qué decir. Yo no lo puedo creer.
-Entonces acepta. Eres muy buena ejecutiva, lo harás bien.
-Usted lo cree?
-Como que yo mismo te recomendé.
-En serio jefe? Yo le agradezco mucho. No voy a decepcionarlo.
-Confío en ti.
-Gracias, jefe, en verdad.
Jennifer sintió tanta emoción, era la oportunidad esperada.
-Hola Jenny. Escuché que te ofrecerían un nuevo puesto.
Por un momento, las palabras no salían. Su corazón se aceleró.
-Sí.
-Aceptaste?
-Sí.
-Bueno, te fecilito. Espero que te vaya muy bien
-Gracias, Leonard.
Ese día y el siguiente, Jennifer estuvo ocupada con los trámites de su nuevo puesto. Olvidó que Leonard la miraba.
El día que se fue de ahí, se acercó a su oficina.
-Hola. Cómo estás?
-Hola Jenny, estoy bien. Y tú?
-Emocionada.
-Me imagino.
-Yo solo quería despedirme.
-En serio? Y crees que podamos vernos de vez en cuando?
-No lo sé, creo que estaré muy ocupada.
-Ya veo. Eh, yo quiero que sepas que te deseo lo mejor.
-Gracias. Adiós.
-Jenny
-Dime.
-Yo, eh, nada. Cuídate.
-Cuídate, Leonard.
Jennifer salió, aunque sabía que Leonard la veía alejarse, no volvió su rostro.
La mañana siguiente se levantó temprano, miró por la ventana y vio que las flores habían crecido de nuevo. Las tardes de lluvia se encargaron de darle vida a su jardín.
Salió al patio y admiró su jardín y una mariposa sobre una de las hojas. La vio y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez no fueron de tristeza.
Sintió como si una vieja amiga volviera y le ofreciera su perdón, a pesar de lo que hizo.
-Lo siento tanto, le dijo.
La mariposa levantó el vuelo, revoloteando sobre las coloridas flores, con la luz de un día de nuevas oportunidades.