miércoles, 26 de septiembre de 2012

Hasta Pronto, parte III: El trago del valor

La historia de vida de mi abuela, Claudina Salazar, también estuvo marcada por hechos fantásticos y misteriosos, que ella los explicaba diciendo: "antes se daban esas cosas porque había más sencillez", aludiendo a la falta de conocimiento (educación formal en este caso) en los habitantes de la zona rural.

Cuando tenía aproximadamente ocho años de edad y aún vivía en el barrio Las Victorias, de Ciudad Delgado, la mamá de mi abuela había enfermado. Dijo que la última vez que la vio ella estaba bien pechita y pálida.

-Claudina, vení.
-No.
-Vení te digo.
-No, porque mi papá me ha dicho que no tengo nada que platicar con usté.

Esa fue la última conversación (y quién sabe si la única) que sostuvieron.
A los días la mamá murió.

Poco tiempo después, empezaron a suceder cosas extrañas que afectaron el estado anímico de mi abuela y en consecuencia, su salud.
Por las noches, cuando ella estaba acostada, sentía que algo (o alguien) se le tiraba sobre su pecho y la apretaba. "Eran gritos los que yo daba y de ahí ya no me podía dormir. En el día yo pasaba bien, pero cuando miraba que se iba poniendo oscuro me entraba la aflicción y ya no comía yo", me decía.

-Doña Lopa, qué le pasa a la Claudina, que la miro bien pechita?
-Cállese usté, no mira que la nana viene todas las noches y se le tira encima.
-Y esas cosas?
-Si, después que no la quiso, hoy la viene a fregar.
-Nombre ya la hubiera corrido usté.
-Y cómo?
-Mande a comprar un cuartillo (un cuarto de litro de agua ardiente), en la noche se amarra la cabeza con una pañueleta y tiene listo el cuartillo. Meta la bicha en la cama en medio de ustedes.
Cuando la señora llegue y se le tire a la bicha, párese ligero usté, se echa un trago y empiece a tratarla, como si estuviera hablando con ella, dígale que es una tal por cual, que se acuerde que cuando estaba viva no la quería y que ahora no esté jodiendo, hágalo y ya va a ver.
-Está bueno que me haya dicho, así voy a hacer.

Esa noche, la madrina de mi abuela siguió las instrucciones al pie de la letra. Preparó todo y a la hora de irse a dormir pusieron a mi abuela en la cama de ellos.
"Yo me alegré que iba a dormir con mis padrinos, yo dije que ahí no me iba a pasar nada. Cuando nos acostamos me metí debajo de la cobija a media cama".
Avanzada la noche, el "espíritu de la mamá" se hizo presente.
"Yo estaba dormida cuando sentí que del pelo me 'jalaron' para arriba hasta la almohada y se me tira aquello 'feyo' encima. Al grito mío, salta mi madrina de la cama, se echó el trago y empieza a tratarla (ultrajarla)".

-Hombre niña Elisa, a usté qué le pasa? qué no se acuerda que ni quería a la bicha?, esas son babosadas...

Mientras la madrina continuaba "echando" de la champa al "espíritu", mi abuela recordaba haber visto un "bulto blanco" que salió por la muerta murmurando.

Ese fue el último día que vivió esa experiencia, claro que, a lo largo de los años experimentó muchas más que espero relatar en otra oportunidad.