domingo, 1 de septiembre de 2019

Los cambios, lo que te cambia: Soltar o soltarse

Puedes ir a un río y meterte al agua un día, ir el siguiente día y hacer lo mismo, ir un mes después y entrar en el mismo lugar, y así hacerlo una y otra y otra vez; pero en cada momento, el agua que moja tu cuerpo no será la misma.

Y aunque no pensemos en eso, aún nosotros no somos los mismos de un momento a otro, ya sea por la experiencia que vamos ganando o la vida que nos vamos gastando. Un día más es al mismo tiempo un día menos.

Cada segundo, cada reflexión, cada pensamiento que cruza nuestra mente modifica algo, positivo o no; a lo mejor solo refuerza algún prejuicio o endurece el orgullo que llevamos dentro, ese que no deja mostrar nuestro verdadero rostro.

Hace algún tiempo alguien me reprochó (atrevido, por cierto) que ya no era la misma de hace siete años. ¿Cómo podía serlo?, ¿cómo creer que el tiempo pasa sin dejar efecto, que la experiencia pasa sin dejar una enseñanza, que los golpes de la vida no te dejan moretones, que las pérdidas no te dejan un hueco enorme?
Ha pasado tanto que no es posible ser la misma persona, la ingenuidad se pierde o quizá es la tolerancia la que se vuelve selectiva. Sí, selectiva, porque reproches como esos no los admito, ni doy explicaciones.

¿Cambié? Sí, cambié.

Me detengo y hago memoria de todo lo que he vivido, lo que he pasado. Mucho en poco tiempo, suficiente para saber que no deseaba gastar el resto de mi vida en lo que ya se tornaba pesado, pesado en mis pies, pesado en mi alma.
Los cambios son necesarios y llegan de todos modos.
¿Renegaré por eso? Creo que no.

A pesar de los cambios, uno a veces no suelta lo que arrastra. Ideas, sentimientos, ilusiones, deseos, sueños, planes.
¿Cuántos de esos dejé atrás?, ¿cuántos siguen conmigo?, ¿cuántos son ataduras y cuántos son liberaciones?
Ya tuve mucha ilusiones. Sentimientos que no debí guardar o que no debí dejar que crecieran. En el momento que llegaron fueron útiles, pero con el tiempo perdieron su razón.

Me detengo y pienso que pasé mucho tiempo esperando nada. No había motivos para esperar, solo una idea mía, no una realidad compartida.
Cuesta reconocer que aunque uno ponga todo su corazón y dé las mayores atenciones, no es obligación que le correspondan.

Llega el momento que tienes que soltar. Por dignidad, ya no mirar de lejos. No soy parte de sus planes, debo dejar de guardarle espacio en los míos. El corazón resiste, solo es una cicatriz más.

El futuro siempre es incierto y eso es bueno.
Hay que cambiar de nuevo. Ya es tiempo.
Gracias, Señor Jesús


2 comentarios:

  1. Me gustaron estas frases:
    "A pesar de los cambios, uno a veces no suelta lo que arrastra"

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  2. Es cierto. Lo difícil es reconocerlo

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