La puntualidad es una virtud que pocas personas desarrollan y otras no, o tal vez la pierden.
El 8 de septiembre, el gobierno de la República, lanzó el programa Ciudad Mujer. La ceremonia de colocación de primera piedra se haría en Usulután.
Todo estaba listo para ese evento desde tempranas horas: los canopis, la mesa principal, las sillas, el podium y el sonido estaba instalado. Los invitados estaban en sus lugares, la prensa ya estaba ubicada en la tarima asignada; pero el presidente y su esposa aún no llegaban.
El calor de Usulután se volvía sofocante salvo esas breves, pero muy breves, ráfagas de brisa que pasaban.
Dos horas después de la hora convocada, llegaron las autoridades que presidirían el evento y éste dio inicio con el himno nacional, bla bla bla bla.
Cuando el presidente estaba comenzando su discurso comenzó a pringar, luego las gotas se volvieron más grandes, cayeron más rápido y en más cantidad, o sea, cayó una buena tormenta.
La gente, como es de esperarse, se levantó de sus asientos y se refugió bajo los canopis. Durante el resto del discurso de Mauricio Funes, estuvimos de pie, apretados, acalorados y algunos hasta mojándose porque escurría agua de las orillas de los toldos.
Fue una jornada estresante y cansada. Luego que los funcionarios se retiraron nos quedamos bajo la carpa un buen rato hasta que llegó cerca el vehículo donde andábamos y corrimos a subirnos. Las personas del lugar que no portaban paraguas tuvieron que esperar a que dejara de llover.
Como le dije a uno de mis colegas, si el programa no se hubiese atrasado tanto, seguramente nos habríamos retirado antes de que lloviera o no habríamos estado mucho tiempo bajo la lluvia. Por eso creo que la puntualidad es una virtud importante de desarrollar.
A eso se le llama falta de protocolo presidencial... Para uno, mojarse significa una raya más para el tigre, para el Presidente de la República significa, que su equipo de protocolo, por alguna razon de la vida, no llevaba los paraguas...
ResponderEliminarCuentan por ahí que el Presidente no andaba centro y la guayabera se le ajusto todita a la piel, jajaja